sábado, diciembre 15, 2007

El Juicio (Primera Parte)


No era yo la que estaba allí. No era de mi vida de lo que se trataba todo eso. Había abogados (cuatro), jueces (una), consejeros técnicos (una), secretarias técnicas (una), estrados, banquillos, mesas, plantas, tantas plantas, y un árbol de pascua.
Era extraño el contraste entre lo que era en realidad ese lugar y lo que querían hacerlo parecer las mujeres que día a día lo ocupan. De acogedor no tiene nada, a pesar de las plantas y el árbol de pascua. De frío, severo e impersonal, todo.
Ahí se hablaba de quién era yo, qué hacía yo, que quería yo; de cómo llegué a estar sentada frente a esas personas tan ajenas a mí. Todos ellos.
Me senté tratando de parecer más tranquila e indiferente de lo que realmente estaba. La recomendación era no escuchar, para que ni un solo músculo de mi cara dejara traslucir lo que estaba sintiendo, pero no podía sustraerme a la curiosidad de averiguar qué tipo de personaje iban a inventar para describirme y me mantuve atenta a ver en qué minuto me salían la cola y los cachos.
Mi vida, mis afectos, expuestos como datos, como hechos despreciables o, al menos, cuestionables, por “la parte” que la compartió conmigo.
Afirmaciones que daban risa, por no dejarme ganar por la pena, me parecieron los manotazos desesperados por un náufrago que se estaba ahogando justo frente a mí, que hacía gala de una dignidad a toda prueba.
Se notó. Alzó la voz e interrumpió a quien presidía la audiencia, como es su costumbre cuando empieza a enfurecerse, logrando sacar de sus casillas a la jueza.
Un buen triunfo, según los que hablaban por mí. Todo un fracaso, según yo, por el sólo hecho de haber tenido que sentarme en ese tribunal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero eras tú y tu realidad,son otrotos los que califican y si has comoetido errores en tu vida, como todo lo hemos hecho. No quiere decir que haya maldades, la justicia llega, siempre llega, hay que sabere esperar.

Te quiero mucho