miércoles, mayo 14, 2008

Las Sábanas


No hay caso. Soy mañosa y, por más que buena parte de mi historia diga lo contrario, no nací para pobre.
Aperrada como soy, me puedo acostumbrar a casi cualquier cosa. Soporto estoicamente el Transantiago en las horas punta; me las arreglo para usar los mismos zapatos de hace tres temporadas, con sus respectivos pantalones, chaquetas y blusas; observo con resignación el arribo y la partida de los cantantes que visitan esta tierra de gatos aspirantes a jaguares; elijo con alegría las películas de cine para todo espectador, en desmedro de aquellas que quisiera ver tomada de una mano; me las arreglo para hacer durar el perfume que me compré en un arranque de irresponsabilidad; es decir, me puedo acostumbrar a casi cualquier cosa... ¡menos a las sábanas de menos de 180 hilos!

3 comentarios:

Eugenia Cristina dijo...

Concidimos en lo que expresas, curiosamente. Lo que se aguanta y lo que es muchísimo más difícil, si no se puede evitar.

Un saludo.

CAROLINA MENESES COLUMBIÉ dijo...

Lo cual explica tu espíritu gatuno.

Un abrazote

galgata dijo...

¡Uno siempre tiene que dejarse un poco de gloria en alguna parte! :)