sábado, septiembre 26, 2009

Entonces...


...me yergo de tu pecho y acomodo el desordenado pelo de mi cara. Me deslizo por las sábanas, ondulante, y llego al suelo. Me incorporo lentamente, enderezo los hombros y alzo la frente. Mientras sé que me miras, paso mis manos por mis caderas, por mi vientre, por mi pecho y por mi cuello, terminando de componerme. Camino cadenciosa, lentamente por la habitación y susurro algo en un lenguaje que ni tú ni yo comprendemos... ¿y todavía quieres una gata?

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