martes, marzo 27, 2007

Llueve otra vez...



Y me acuerdo precisamente de la canción de Silvio que cantaba en mis inviernos universitarios.
Le temo al invierno y el anticipo de hoy me ha hecho andar más bien triste... La buena noticia es que ahí es cuando dicen que me parezco a la Forlani.
La oscuridad en que lo cubre todo me sume en un estado de melancolía ineludible y, justo hoy, no puedo evitar recordar mi último invierno. Ése de tantas tardes en cálida y deliciosa compañía, entre unas sábanas que no nos dejaban partir a ninguna parte que no fueran nuestros sueños.
También hubo tardes solitarias y frías, en las que las lágrimas competían con el agua del cielo.
Ya no hay lágrimas, pero tampoco hay sueños. Desde la ventana del undécimo piso en el que está mi oficina Santiago se pierde y nada es muy claro más allá de unos pocos metros.
Así estoy yo; sé lo que voy a hacer mañana, pero no el día después de mañana. Tengo una sensación de fragilidad, de inestabilidad tan grande, que no puedo, no quiero pensar en hacer planes. Todo se desbarata tan fácilmente...
Necesito una taza de té blanco, necesito mi pan con amapolas y sésamo y queso crema, necesito tu calor para pasar el frío de hoy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vivimos siempre juntos, y moriremos juntos,
allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos.
No te sueltes la mano que el viaje es infinito,
y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo,
y llegará el momento
que las almas se confundan en
un mismo corazón.